martes, 8 de septiembre de 2015

Subsistema Ideológico: Leyendas

    •  El hijo del maguey


    Cuenta una vieja historia que una linda doncella llamada Xóchitl, llevó de regalo al rey Tecpancaltzin una jícara de miel prieta de maguey. El monarca se enamoró de la doncella y, con engaños, se quedó con ella en su palacio. De aquella unión nació un hijo: Meconetzin, es decir “Hijo del maguey”.
    El niño creció y todos se quedaron resentidos y recelosos ante su extraño aspecto porque tenía el pelo chino y se le levantaba en la cabeza en forma de tiara. Además, los toltecas recordaban la profecía de Huemán, un sabio sacerdote que vivió 300 años y predijo: “La monarquía tolteca tendrá un fin, y llegará cuando suba al trono un rey de pelo crespo en forma de tiara y cuando la naturaleza aborte monstruos, como conejos con cuernos de venado y colibríes con espolones de gallo”.
    ¡Tenían razón los toltecas para estar preocupados!
    Los años pasaron, el niño se convirtió en rey y adoptó el nombre de Topiltzin. Comenzó a reinar con cordura y se ganó el amor de sus vasallos, pero repentinamente se volvió orgulloso, insoportable y tirano.
    Un día, el rey paseaba por sus jardines cuando sus monteros mataron un extraño animal: un conejo con cuernos de venado.
    La noticia se regó por la ciudad y todos se asustaron porque recordaron la profecía. Poco tiempo después hubo lluvias, huracanes, inundaciones, plagas de sapos, sequías, heladas.
    El temor aumentaba, la población moría por tantas desgracias y para colmo los reyes de Xalisco invadieron el territorio tolteca. En la batalla murieron el viejo Tecpancaltzin y Xóchitl, quienes combatían en primera fila; Topiltzin, el hijo del maguey no supo morir con gloria y huyó escondiéndose en una cueva de donde  no volvió jamás.
    Así se cumplió la profecía y el imperio tolteca se extinguió. 




    • Las flechas encantadas

    Cuenta la leyenda que los habitantes de Tlaxcala recibieron un aviso del señor de Huejotzingo en el que les informaban que serían atacados. Los habitantes de Tlaxcala imploraron a su dios Camaxtle: “¡Nuestros enemigos nos cogen desarmados! y solo por tu mediación podremos tener armas suficientes para la defensa. Somos hábiles flecheros, pero nos faltan flechas. Señor ¡acude en defensa de tu pueblo!”
    El dios contestó: “¡No se acobarden! yo estaré con ustedes y les ayudaré a triunfar sobre sus enemigos. Para ello solo deben tener fe en mi y ejecutar mis mandatos: pongan una gota de leche de mujer en el vaso sagrado y así se salvaran.
    Nadie sabía cómo se podrían salvar con una gota de leche, pero tenían fe en su dios y  lo obedecieron. Esperaron tres días y se llegó el día de la batalla. El sacerdote notó que del vaso sagrado brotaba un licor espumoso y que el dios había dejado flechas sobre el altar.

    Esta noticia maravillosa levantó el ánimo de los guerreros que salieron a la batalla con valor. El sacerdote llevó el vaso sagrado y las flechas al campo de batalla: las flechas sagradas se levantaron solas y le provocaron la muerte a los enemigos.



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